Leer… Soñar… Vivir…
Desde que la Ley SINDE comenzara a privarnos de la libertad de poder elegir, o al menos protestar con respecto a los precios abusivos de este país en materia de autor, las cosas no han cambiado demasiado. Es cierto que ahora, uno tiene miedo de que una panda de ladrones que se creen con derecho de la propiedad intelectual de otros, asegurando defenderla, se te echen encima y te acusen de ser un ladrón, cuando aún ha de demostrarse qué ha pasado con el dinero que se han dedicado a recolectar en este país con el famoso CANON. Sencillamente las cosas siempre se han hecho mal, y siempre han perjudicado a los mismos, y no por eso iba a cambiar algo.
Con las amenazas de la SINDE, llegó el cierre de MEGAUPLOAD… y las posibilidades de usuarios que pagan rigurosamente sus canales de televisión digital pero que se niegan a ser bombardeados por publicidad en las cadenas de televisión donde se emiten las series que uno quiere seguir viendo, por lo que como es mi caso, usaba esta forma para poder descargar esos episodios a tiempo casi real en USA para poder ver esa serie de televisión que aquí emitirán tarde, mal o nunca… He seguido comprando discos, he seguido comprando películas, he seguido yendo al cine o comprando libros. Lo que sigo sin hacer es dejar que me timen pagando precios abusivos por ese material que fuera, tengo más barato.
Precisamente una de las cosas que sigo haciendo es leer. Soy afortunada. Porque tengo dinero para poder seguir permitiéndome el LUJO (por que sí, señores, leer es un LUJO en este país), y comprar esos libros que sigo por sagas y leo a destajo en cuanto salen. Y eso que siempre acabo teniendo que esperar a que se decida cuándo va a publicarse, traducirse, y «sajar» al personal muchos meses después de que el resto del mundo de habla inglesa (incluso no inglesa en algunos casos) ya hayan podido leerlo, releerlo e incluso en algunos casos ir tres libros por delante de mí, sólo porque aquí, las cosas se hacen tarde, mal… o nunca.
Uno de estos autores olvidados… querido en todo el mundo, pero que vende lo justo para que en este país se le pase por alto, aunque ha vendido lo suyo es Chris Kuzneski. Me he visto y me las he deseado para poder leer sus libros. Es más… sólo he podido leer tres de todo lo que tiene publicado fuera de España. Es muy triste pensar que sólo podre leerle en mi idioma, si una editorial deja de lado de una condenada vez los beneficios de sus bolsillos, el CANON, o vete a saber ya tú qué a estas alturas. Mientras tanto… esperar, preguntarle al autor qué está pasando, y recibir siempre la misma respuesta. «Mi publicista español que debería haberme dado una oferta a través de Planeta, siguo esperando su llamada» Está claro que el autor, lo ha dejado por imposible. No necesita a este país para nada. Quizás debería siendo hora de pensar que yo tampoco lo necesito para nada. Quizás, ninguno lo necesitemos para nada…
Y como digo, tengo suerte… Si algo publica, yo seré la primera que haga cola para conseguir alguno de sus nuevos libros. Y es entonces cuando me acuerdo de cuando no podía hacer esto. De cuando tenía que esperar a que una Biblioteca Pública pudiera prestarme algun ejemplar, o algun amig@ lo tuviera para poder prestármelo. Y si queria poder volver a leerlo… fotocopiarlo, transcribirlo o lo que fuera para poder volver a disfrutarlo. Con internet, aquello quedó atrás… para ahora volver al pasado. Nos ha tocado vivir la Edad Media, está claro.
Creo en que el autor tiene derechos sobre sus obras. Creo en que debe ser pagado generosamente por el trabajo que te hace disfrutar al leerlo o escucharlo. Creo que hay libros que he disfrutado tantísimo, que sencillamente no tienen precio. PERO NO CREO en la ESPECULACIÓN. Y aquí, de eso… se sabe latín, griego y mandarín. ¿Por qué tengo que pagar a una editorial, si yo quiero pagarle al autor? ¿Por qué no puedo pagar al autor y al traductor y punto? ¿Por que tengo que esperar… y desesperar… para poder leer algo suyo sólo porque la especulación dice que no puede publicarse si las arcas no se llenan primero? ¿Y si mis arcas no se llenan… no hay libro, no hay lectura…?
Es por ello, que acordándome de aquellos tiempos megalíticos, en los que controlar al pueblo para que lea lo justo, lo hacía tonto, y si eres tonto, eres moldeable, y cuanto menos sepas… más fácil engañarte… Pensé en mi suerte. En mi capacidad para poder comunicarme con otros y el ofrecerles la posibilidad de leer lo mismo que yo he podido leer. No puedo revender mis libros, pero sí transcribirlos y ofrecerles sin ningún interés económico la posibilidad a otros de soñar con ellos.
Sólo es una pequeña aguja de un gran pajar. Pero sé que al menos habrá gente, que con menos posibilidades, pueda soñar como yo.
Tiempo Pequeño 
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